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Subir el Pico de Orizaba

Cuando me invitaron a subir el Pico de Orizaba, no sabía realmente a lo que me enfrentaba, no tuve el tiempo de investigar bien o de entrenar lo que me dijeron que debería, pero la verdad es que siempre me vi en la cima y creo que eso hizo toda la diferencia.

 

Cuando me invitaron a subir el Pico de Orizaba, no sabía realmente a lo que me enfrentaba, malamente, no tuve el tiempo de investigar bien o de entrenar lo que me dijeron que debería, pero la verdad es que siempre me vi en la cima y creo que eso hizo gran diferencia.

El Pico de Orizaba o Citlaltépetl es un volcán inactivo, es también la montaña más alta de México y la tercera más alta de América del Norte. Poder hacer cima en él es un privilegio y uno de los retos físicos y mentales más exigentes que he hecho en mi vida.

A continuación les cuento mi experiencia.

Día 1
La aventura comienza en Tlachichuca, Puebla. Después de desayunar en el hotel, tomamos las camionetas y salimos hasta una pequeña población donde nos encontramos con los guías de Mexico Extreme Mountain Guide. Aquí hicimos nuestra maleta para la primer caminata de aclimatación hacia el lugar donde acamparíamos ya en las faldas del Parque Nacional Pico de Orizaba.

Después de unas 2-3 horas llegamos a una pequeña planicie sobre el camino, donde acampamos al lado de una cascada.

2:00 pm
Ya en la zona de campamento y sin poder tener vista del Pico de Orizaba por el mal clima, hice una breve caminata de reconocimiento por los alrededores.

La tarde y la noche se fueron entre fogata, vino y un bonito atardecer.

Día 2
A la mañana siguiente en el campamento, la niebla y la brisa seguían ahí, el Pico seguía sin verse y decidí subir el dron. Una montaña imponente, sí, pero no me quedaba clara la magnitud del reto.

Después de desayunar, el equipo Mexico Extreme Mountain Guide nos ayudó a levantar el campamento y partimos en una segunda caminata de aclimatación hasta llegar a un cruce con el camino de vehículos. Se supone que ahí deberíamos haber esperado unas camionetas que nos llevarían hasta el refugio, sin embargo, la ansiedad de algunos alpinistas del grupo, nos hizo seguir caminando. A un par de kilómetros antes de llegar al refugio, las camionetas nos alcanzaron y decidimos subirnos para no desgastarnos de más un día antes del ascenso.

Llegamos al refugio alrededor de las 12 del día, una vez ahí, sentimos el frío de la montaña. En este punto estábamos ya a 4260 msnm. La vista de los alrededores era ya impresionante, sin embargo seguíamos sin poder ver el Pico por el mal clima.

Pero bueno, rápidamente nos preparamos para una última caminata de aclimatación ya en las faldas de la montaña y subimos.

Fueron alrededor de 2 horas de ascenso hasta llegar a una zona conocida como “los nidos”. Esto fue alrededor de las 2:30 pm. Nos probamos que no había problema para el grupo y bajamos de nuevo al refugio para hacer la última comida del día y dormir sí, a dormir alrededor de las 5 pm.

Obviamente es muy complicado que puedas dormir, digo, al menos yo como novato no lo logré. Lo intentas, pero el frío, la roca o cualquier ruido mínimo que se escuche afuera es motivo de distracción, al final, creo que todos solamente dormitamos.

Día 3
12:00 am

Suena la alarma, pero la verdad es que ya estás despierto desde antes. Revisas una y otra vez tu maleta verificando que tengas todo con lo que sea que hayas planeado subir, y sales de tu casa de campaña listo para el desayuno de media noche. Sopita caliente y un sandwich de puro power.

12:30 am
Con frío y casi en total oscuridad iniciamos el asenso a la montaña. No saqué mi cámara más que un par de veces. El frío y la poca luz, no lo permitían.

4:40 am
Después de una larga y difusa subida de poco más de 4 horas, llegamos al glaciar. Ahí Juliá, uno de los alpinistas más jóvenes, manifestó mal de altura y Fernando, el amigo que me había invitado a esta aventura, tenía dolor en un tobillo. Así que acompañados de Israel, el guía líder de la expedición, ellos dos decidieron parar y bajar.

En ese momento quedábamos 4 alpinistas y 2 guías. De esos cuatro alpinistas, dos tenían gran experiencia, pues uno de ellos había subido ya los 7 picos más altos del mundo, y los otros tres tenían ya experiencia haciendo cumbre en otras montañas, el otro era yo.

Me preguntaron que como estaba, yo respondí que me sentía bien y decidí ponerme los crampones, tomar el piolet y subir. Yo no sabía, pero cuando se hace un ascenso en este tipo de clima y terreno se hace en cordada, en línea y todos van al ritmo del más lento. Así que me tocó ir en punta.

4:55 am
La luna se despedía para dar paso al espectáculo visual de amanecer en el glaciar de la montaña más alta de México.

Imágenes de iPhone.

6:30 am
Todo cambió cuando se mostraron los primeros rayos de sol. Aquí fue donde pude admirar por primera vez ese gran muro blanco interminable, sin embargo la inercia me hacía voltear hacia abajo, pues jamás había estado más arriba en mi vida, al menos no por mi propio pie.

Las montañas se iluminan de anaranjado.

7:25 am
En un punto, uno de los crampones de Eduardo se soltaron a la mitad del glaciar. Estábamos detenidos en una pendiente de 45 grados y Lupe, nuestro guía, tratando de volver a poner el crampón en su lugar. Aquí aproveché para sacar mi teléfono y captar algunas imágenes.

Empiezas a ver una pirámide de tu lado derecho que después entiendes que es la sombra del Pico de Orizaba que se muestra en el horizonte, pues no hay nada más, está el sol, la montaña, tú, tu grupo de alpinistas y del otro lado la sombra más grande que hayas visto jamás. En un punto parece que se vuelve tridimensional.

El esfuerzo parecía estar en su punto máximo, recuerdo que pregunté dos o tres veces que cuanto faltaba, y Lupe, nuestro guía, me decía que de dos a tres horas. Recuerdo volver a preguntar tiempo después, y me volvió a decir lo mismo, me sentí como en película de Guy Ritchie “two minutes turkish”. Los minutos se vuelven horas y tu visión es la misma, pareciera que no avanzas nada. De pronto cruzas con otros grupos de alpinistas y entiendes que no hay otra opción más que apretar los dientes, seguir moviendo los pies (porque si no te congelas) y seguir subiendo, de a poco y en zigzag.

Aquí fue justo cuando entendí la magnitud de subir el Pico de Orizaba.

8:00 am
Llegamos a una pequeña pared de piedra que se asomaba del glaciar. Pensé que habíamos llegado, sin embargo, Lupe seguía diciéndome que faltaba una hora…

8:30 am
Pasamos la pared de piedra y llegamos a la boca del volcán. Por tercera o cuarta vez pensé que habíamos llegado, me acosté un momento, pero aún nos faltaban unos 25 - 30 minutos para hacer cumbre.

9:00 am
Ya sin fuerzas y con las piernas temblorosas, llegamos a la cima. 8.5 horas de puro ascenso puro, ni un solo planito. Pude ver un pequeño grupo de alpinistas celebrando y ahí supe que lo habíamos logrado. De pronto, de la nada, me llegó el sentimiento y empecé a llorar. Aquellos que lo hayan logrado me entenderán. No sé si por el reto, la vista inigualable, el aire puro o por saber que ya no había más montaña, que hacia arriba ya solo estaba el cielo… las lagrimas simplemente salieron.

El mar de nubes.

En esta imagen se puede ver la distancia hacia abajo a la que estaban las nubes. De izquierda también se ven el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl y la Malinche.

Después de un momento emotivo, caminé la cumbre y pude respirar el aire más puro de México. Por fin volví a sacar la Nikon y tomar algunas vistas. Vino, fotos y pura buena vibra.

Hacer cima es indescriptible,sí,

sin embargo, como bien lo dicen los alpinistas, no es el objetivo o al menos el único objetivo. El secreto está en el camino, la aventura y todo lo que pasas para llegar a la cima. Nunca mejor dicho…

#eldestinoeselcamino

Ahora,

Lo que nadie te cuenta de subir el Pico de Orizaba, es la bajada.

Antes de que dieran las 10:00 am ya estábamos bajando. La rodilla y pierna izquierda completamente destrozadas al punto en que en el glaciar tuvimos que hacer una técnica de descenso alternativa (bajar de resbaladilla y/o frenando con el piolet) porque al momento de apoyar simplemente la pierna izquierda ya se iba. Entre broma y broma platicamos del costo del helicóptero de rescate, 50 mil pesos, por si tenían la duda…

La caminata de regreso se hace eterna y más cuando ya no traes piernas. Aquí sí la sufrí, y me reproché el no haber entrenado lo suficiente. Teníamos que parar casi cada 20 o 30 minutos pues simplemente el esfuerzo había sido brutal. Ya en la base del pico, pude mirar hacia arriba y por primera vez vi y supe la magnitud real de la montaña que acababa de subir. Se veía inmensa e imponente, pero lo único que quería era llegar al refugio por lo que ya no saque fotografías.

4.5 horas después, ya estábamos por fin en el refugio, habíamos logrado regresar.

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